«Ningún documento es inocente. Debe ser juzgado. Todo documento es un monumento que hay que saber desestructurar y desmontar.«
Jaques Le Goff, Histoire et Memoire.
Arrancaré el artículo con un tema en principio ajeno al título La litografía. Aloys Senefelder, impresor de Munich, inventó esta técnica, en 1796 y, sorprendentemente, España en plena época de ilustración borbónica apostó por la nueva tecnología muy rápido. En 1801 manda un técnico a París, el pintor José de Madrazo, para interesarse por las nuevas técnicas de reproducción, que en Francia son adoptadas y promovidas inmediatamente por el gobierno napoleónico. En 1806 el Real Gabinete de Historia Natural firma el primer contrato con el hermano de Aloys para instalar un taller en España, que se retrasa debido a la burocracia, la falta de financiación y sobre todo la guerra. Carlos Gimbernat es el encargado de aprender el oficio en Munich. Allí edita el Manual del soldado español (Munich, 1807) con imágenes litográficas de Senefelder. No obstante, habrá que esperar hasta 1819 para que todo este esfuerzo se materialice en la apertura de un nuevo taller litográfico, que abre José María Cardano en Madrid. Años después, en 1825, pasada la etapa de guerra con Francia, Madrazo por fin recibe el apoyo real y se le concede un Privilegio para fundar el Real Establecimiento Litográfico. Pronto la técnica se considerará muy útil para evitar la creciente falsificación del papel sellado y el papel-moneda del Estado. Esto provocará que la litografía eche el freno en España y retrase su implantación un siglo con respecto al resto de Europa. En lo sucesivo, habrá que solicitar complejos permisos reales para abrir nuevos negocios litográficos y no será hasta 1834 en que esta tecnología de imprenta no se declare como de “libre” implantación.
Y si poner un ejemplo de este atraso ilustra esto, y en el ámbito del País Vasco, que ya era entonces una potencia papelera, tenemos Vitoria en la cual hasta 1840 no se instala la primera litografía, de la mano de Ignacio Egaña. La provincia de Vizcaya va todavía con más retraso: no se instala una imprenta litográfica hasta 1852 por parte de Juan Eustaquio Delmás, hijo de Nicolás Delmás, un impresor piamontés afincado en Bilbao en 1810, y eso tras invertir una considerable suma de dinero en aprender el oficio año y medio en París porque aquí no existía ningún instructor.
Y ahora vamos al tema. El Papel Sellado nace a través de la Pragmática de 16 de diciembre de 1636, y en ella se dictamina que el diseño se modifique cada año a fin de evitar falsificaciones. Los moldes en aquel entonces se realizan en plomo a partir de uno maestro en acero o mediante xilografía (tallado en madera). No hay que perder de vista que el papel sellado era, y es, un medio de recaudación muy importante para el Estado, que cobraba de todo aquel documento sellado diferentes cantidades según la variedad de éste. Estas escalas se clasificaron en 1819 en categorías de la 1º a la 4º, de Oficios y Pobres. El papel sellado era de obligado uso en ciertas transacciones legales, de igual forma a como ahora lo es el papel timbrado de los notarios, que viene a ser lo mimo. Además de la validez anual de los sellos imprimiendo el año, se mandó que cada año se modificasen caracteres y señales.
Este diseño inicial del Papel Sellado, fue usado hasta 1819, año en que debido a las nuevas técnicas de la impresión litográfica se modifica completamente, añadiendo nuevas medidas anti-falsificación como la impresión en varios colores del sello, hasta entonces en tinta negra, numeraciones tipográficas y el sello en seco, suprimiendo también la cruz de reutilización ( era un pequeño símbolo para habilitar los documentos del año anterior que habían sobrado, ahorrando a las arcas públicas nuevos pedidos y sobre todo, no romper los depósitos de papel y provocar retrasos a notarios y abogados). De todo esto se encarga la Fabrica Nacional del Sello, que a menudo tiene que acudir a contratos con fabricantes extranjeros debido su obsoleto método de producción. Esto provoca en muchas ocasiones la imposibilidad de atender la creciente demanda nacional de papel sellado de los diferentes despachos y juzgados. Para evitar esto y no ralentizar la economía nacional, idean un método más sencillo para pequeñas transacciones y en 1850 este organismo emite los primeros sellos litografiados engomados por una cara con la efigie de Isabel II, el conocido sistema que ha sobrevivido hasta nuestros días. A medio medio y largo plazo, no obstante, no se subsanarán las deficiencias en la producción nacional, que irá generando cada vez más problemas de stock y falsificaciones en número creciente.
Me gustaría anotar el carácter psicológico, además de la indudable importancia recaudatoria, del papel sellado en el imaginario colectivo en aquella época como representación del poder del Estado. Y esto se hace evidente por ejemplo durante la Primera Guerra Carlista. El pretendiente Carlos, con necesidades en principio más perentorias en pleno conflicto bélico, tuvo especial interés en emitir y distribuir diferentes documentos administrativo propios, uno de los cuales es el papel sellado, algo que hizo en los territorios bajo su control de 1833 a 1840. Esto ocurrió principalmente en Navarra, las provincias vascas y Aragón. Fue en Teruel, en la villa de Mirambel, donde se instaló la Junta Suprema de Aragón, Valencia y Murcia nombrada por el pretendiente Don Carlos. En la casa Aliaga, un palacio nobiliario, se establece, en una especie de gobierno paralelo a al de Madrid, las oficinas de la Imprenta Real y las del Papel Sellado , muy cerca de la Tesorería General. Años más tarde, ya pasado esta guerra civil y tras la revolución de 1868 (La Gloriosa) y ante la imposibilidad material de imprimir grandes cantidades de papel sellado con los nuevos símbolos del Estado tras la expulsión de la Reina a Francia, el Gobierno Provisional decide por decreto que sobre el sello se inserte la frase «HABILITADO POR EL ESTADO». En la parte del escudo, se intenta borrar los símbolos borbónicos sin mucha efectividad. La Fábrica Nacional del Sello elabora varias sobrecargas para su uso oficial y los distribuye. Las más conocidas, las de Vizcaya y Cádiz, ambas en tinta negra. En los sellos postales, directamente se indica que selle encima del rostro de la Reina Isabel II.
Años más tarde, pasadas ya las guerras carlistas y en plena guerra de Cuba, se centraliza toda la fabricación de papel sellado, más tarde denominado timbrado, en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, en Madrid, nuevo organismo resultado en 1893 de la fusión de la Casa de la Moneda y la Fábrica Nacional del Sello. Pronto se adquiere nueva maquinaria de impresión y se traslada la sede, buscando más espacio para los talleres, aunque el problema de abastecimiento se cronifica tanto que se ven obligados a subcontratar la impresión del papel-moneda nacional a imprentas extranjeras, principalmente inglesas: De la Rue y Bradbury, Wilkinson & Company Ltd.
Bibliografía:
Menéndez Pidal de Navascués, F., Apuntes de Sigilografía española. Real Academia de La Historia. Ed. 1993
Natalia Pérez-Aínsua Méndez, El papel sellado en el Antiguo Régimen y Nuevo Régimen. Heráldicas y alegorías en el sello. Universidad de Sevilla , 2007
HISTORIA DE ESPAÑA: SIGLO XIX. Cátedra, 2007
Donde compro papel sellado
En Cualquier Notaría o estanco.
Saludos.
Gracias por los conocimientos
Muchas gracias!
Muy interesante artículo, felicitaciones por él y gracias por la divulgación de conocimientos.
Quería hacer una pregunta, si alguien la sabe y tiene a bien contestarla, le estaría muy agradecido:
¿Se podría saber la fecha en la que se redactó un documento por medio del número que aparece en el papel timbrado de clase 8ª?
Muchas gracias y saludos.
Gracias, José Antonio. Eso se descubre en las guías de documentos. Y sí, se puede saber de forma aproximada. Saludos.
Hola,
En un comentario se responde que para saber la fecha de un papel timbrado de clase 8ª, se podría a través de las guías de documentos. ¿A qué guías te refieres?
Hola. Guías completas existen del papel sellado. Con las modificaciones por años y las marcas. Del papel timbrado no existe tanta información, aunque sí algunas guías muy interesantes, como: «La timbrología. el papel timbrado en españa 1637 2009» De Castalia Iuris. En cualquier caso, los precios se actualizan y ya te marcan la franja temporal del pliego.